MASONERÍA AL DÍA / Soberano Gran Comendador, Carlos Soto Concha
En el marco de la presentación del libro "Guillermo Ewing Acuña, Memorias", el Soberano Gran Comendador, Carlos Soto Concha realizó una potente reseña acerca de la figura de quien fuera un destacado Masón, Gran Maestro y Soberano Gran Comendador a comienzos del Siglo 20. Acá les presentamos la intervención completa de la máxima autoridad del Supremo Consejo:
PRESENTACIÓN DEL LIBRO “VICTOR GUILLERMO EWING ACUÑA, MEMORIAS “
Quiero, en primer lugar, agradecer la fraternal deferencia que ha tenido el Gran Maestro I.P.H. Sebastián Jans Pérez al invitarme a presentar este nuevo libro editado por la Gran Logia de Chile destinado, en lo esencial, a rescatar y difundir la enorme figura del I.P.H. Víctor Guillermo Ewing Acuña a quién cupiera la alta responsabilidad de dirigir los destinos de nuestra institución entre 1906 y 1912.
He aceptado este alto honor en mi condición de actual de Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo, motivado por dos razones principales, la primera es porque el libro se aboca a destacar la rica personalidad masónica y la obra del I.P.H. Víctor Guillermo Ewing Acuña quién simultáneamente a su alta dignidad de Gran Maestro de la Gran Logia de Chile desempeñó también la trascendente responsabilidad de Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo del Grado XXXIII para nuestra República durante 16 años entre 1909 y 1925.
La segunda razón, es porque este libro es un testimonio vívido e incuestionable del importante esfuerzo que está realizando nuestra institución por rescatar, recuperar y otorgar el valor que merecen las fuentes históricas que dan sustento a la interpretación de nuestra historia institucional. Lo anterior es especialmente importante considerando que nuestros archivos han sufrido grandes catástrofes producto de terremotos, incendios e inundaciones amén de un cierto descuido que afortunadamente está siendo superado con creces en estas últimas administraciones.
En efecto, este libro titulado Víctor Guillermo Ewing, Memorias, se basa en las cartas escritas por el propio Gran Maestro Ewing al director de la Revista Masónica de la época, Q.H. Roberto Orihuela Salas, escritas durante el año 1940 a su solicitud y respondiendo a algunas consultas específicas que le fueron formuladas por el propio destinatario referidas a aspectos relevantes de su vida masónica institucional.
Entrando en el contenido de estas Memorias es imposible eludir la mención al contexto histórico de los tiempos a que estas se refieren, los que corresponden básicamente a los primeros 20 años del siglo pasado , período de grandes convulsiones y de agudos movimientos sociales y políticos que dieron origen a lo que se ha dado en llamar “la cuestión social” y al surgimiento de diversas corrientes políticas e ideológicas que intentaban interpretar y dar un cauce de solución a la aguda crisis , económica, social , moral y sanitaria que afectaba a grandes mayorías de trabajadores , campesinos y empleados.
Estas agudas condiciones explican, en gran medida, la mermada situación en que se encontraba nuestra institución masónica incluidas las ramas simbólicas y filosóficas. Explican también la desconexión entre las autoridades de la Gran Logia asentadas en Valparaíso y las Logias distribuidas en las diversas regiones del país incluidas las de Santiago. Es interesante constatar que al momento de asumir como Gran Maestro el I.H. Ewing estaban activas solo 8 Logias en todo el territorio de nuestro país, de las cuales solo dos, Justicia y Libertad N° 5 y Aurora de Italia N°24 trabajaban en Santiago.
De la lectura de las 10 cartas que el I.H. Víctor Guillermo Ewing envía a su interlocutor y del valioso análisis que se hace de cada una de ellas por el Q.H. Manuel Romo Sánchez reconocido historiador masónico, puede desprenderse con claridad la magnitud de los desafíos y la enorme tarea restauradora de la orden que correspondió realizara al I.P.H. Ewing desde que empuñara el cetro rector de nuestra institución en 1906. Enfrentar los desastrosos efectos del terremoto de Valparaíso sobre nuestra Sede Central , rescatar y reconstituir los archivos y la documentación oficial de la Gran Logia de Chile, enfrentar el lamentable fallecimiento del Gran Maestro Buenaventura Cádiz, acordar el traslado de la Sede de la Masonería chilena a Santiago, fueron en una primera etapa el centro de sus reocupaciones y el destino de su generosa energía fraternal.
Luego de la emergencia y con una visión más estratégica, se propuso revitalizar en cuerpo y espíritu las alicaídas columnas masónicas, primero en Santiago y luego en Valparaíso y Concepción para cubrir más adelante gran parte del territorio nacional. Resulta fascinante descubrir en las cartas, escritas sin en el más mínimo interés de lucimiento personal, como adornando con pertinentes anécdotas atribuye a muchos de sus colaboradores el significativo avance logrado en su gestión a la cabeza de la Orden Masónica en Chile.
Punto aparte constituye su señalado aporte para sanear las debilitadas finanzas de nuestra institución y no solo eso sino que dotarla de una nueva Sede Central que acogiera fraternal y eficientemente a las nuevas logias que comenzaron a crearse durante su gestión.
He reservado para el final de esta breve presentación , el importante impulso que el Gran Maestro Ewing imprimió al desarrollo de las Logias de regiones , sus visitas a Concepción, Coronel, Talcahuano, Los Ángeles, Temuco y Valdivia marcaron un punto de inflexión en el desarrollo masónico en esos valles y en su integración efectiva a las actividades de la Gran Logia de Chile. Sin embargo en esas mismas cartas de manera muy sutil deja entrever que aprovechó también esas visitas para difundir entre los hermanos las finalidades y principios de los grados Filosóficos del Rito Escocés Antiguo y Aceptado y entregó por acuerdo del Supremo Consejo, en su calidad simultanea de Soberano Gran Comendador , diferentes grados a hermanos meritorios con el objeto de transformarlos en elementos que contribuyeran de manera activa al desarrollo del ideal escoces en sus respectivas jurisdicciones.
Muy interesante resulta conocer de primera fuente , en su carta N° 2 de enero de 1940,el origen de los hermosos rituales de Iniciación, Aumento de Salario y Exaltación que nos acompañan hasta hoy día y que junto a la belleza literaria de su texto y nitidez de su mensaje, conservan plena vigencia de conceptos . Debemos agradecer la participación de los Ilustres Hermanos Luis Navarrete y López, Luigi Stefano Giarda y Arcadio Ducoing que coordinados por el Gran Maestro Ewing dieron forma a estas verdaderas obras de arte plenas de contenidos éticos e iniciáticos. Esta misma preocupación respecto a la redacción de los Rituales y Catecismos utilizados por los grados filosóficos impulsó al Soberano Gran Comendador Víctor Guillermo Ewing a revisar su contenido y presentación y luego de un acabado estudio solicitar la colaboración del Supremo Consejo de Bélgica para traducir y adaptar con muy pocas modificaciones los rituales de los grados capitulares del R.E.A y A en uso en esa importante y tradicional Jurisdicción europea.
Resulta indudable que el I.P.H. Víctor Guillermo Ewing consideraba de trascendente importancia la correcta interpretación y transmisión doctrinaria del mensaje iniciático , ético y humanista de nuestra Orden Masónica en ambas ramas del Rito escocés Antiguo y Aceptado y ello debía plasmarse necesariamente en Rituales, Liturgias , Catecismos y Retejadores coherentes entre sí y con lo establecido en la Convención de Lausana de 1875 que ha constituido un referente universal para quienes practicamos el Rito Escocés Antiguo y Aceptado.
Finalmente, el I.P.H. Ewing era plenamente consciente de la necesidad de delimitar el ámbito jurisdiccional entre la Gran Logia de Chile y el Supremo Consejo, reservando para la primera la administración de los tres primeros grados del Rito Escocés Antiguo y Aceptado y para el Supremo Consejo los grados del IV al XXXIII llamados filosóficos o capitulares. En ese sentido en 1909 impulsó como Gran Maestro una reforma a la Constitución y Reglamentos de la Gran Logia de Chile tendiente a separar las funciones y atribuciones de ambos poderes masónicos manteniendo su independencia y autonomía en sus respectivas jurisdicciones. Esta línea de pensamiento del I.P.H. Ewing,, en su doble condición de Gran Maestro y Soberano Gran Comendador, fructificó poco después con la firma del primer Tratado de Paz y Amistad suscrito en 1925 por el Gran Maestro Héctor Boccardo Benvenuto y el propio Victor Guillermo Ewing como Soberano Gran Comendador, el que fue complementado y actualizado en 1971 con las firmas del Gran Maestro García Valenzuela y el Soberano Gran Comendador Castelblanco Agüero.
De la lectura de estas 10 cartas enviadas por el Gran Maestro Ewing al director de la Revista Masónica en 1940 y de los interesantes comentarios realizados por el Q.H. Manuel Romo es posible formarnos una opinión muy acabada de los complejos tiempos en que le correspondió ejercer su mandato al I.P.H. Ewing y la magnitud de los desafíos que debió enfrentar , pero además dan cuenta de toda una generación de masones extraordinarios que supieron entregar lo mejor de si mismos para el desarrollo y proyección del ideal masónico. Nombres como Ewing Acuña, Navarrete y López, Boccardo Benvenuto, Quezada Acharán, Giarda Guidice, se repiten en ese período en diferentes cargos y responsabilidades en la Gran Logia de Chile y en el Supremo Consejo, y conforman sin duda alguna parte de la generación que logró con su claridad de conceptos, su fortaleza de carácter y su amor por la orden, consolidar la institución masónica en Chile en sus vertientes Simbólica y Filosófica.
Es por ello , que la edición de este libro de Memorias del Gran Maestro Víctor Guillermo Ewing Acuña se constituye en un aporte muy significativo para engrandecer nuestro patrimonio histórico y para rendir un homenaje de gratitud y admiración a aquellos que nos han legado una institución consolidada, fuerte y con clara vocación al servicio de nuestros ideales laicos democráticos y republicanos.
Carlos Soto Concha 33°
Soberano Gran Comendador
