MASONERÍA AL DÍA / Rubén Cifuentes: El hombre que ha practicado la fraternidad toda su vida

Rubén Cifuentes: El hombre que ha practicado la fraternidad toda su vida
Ingresó el año 1972, junto a su padre a trabajar en las calderas del edificio. Al año, lo colocaron en informaciones por una emergencia. Todos los que allí laboraban se habían enfermado. Eran tiempos del Gran Maestro Oscar Pereira quien estimaba a este joven, despierto, atento y que estaba dispuesto y ávido por aprender.
“Mi chascón”, solía llamarle el Gran Maestro a Rubén Cifuentes, nuestro personaje destacado de hoy. Una cabellera abundante, que aún conserva; el hombre de las mil sonrisas es un verdadero personaje en la Gran Logia de Chile. Conocido por todos los Hermanos de Arica a Coyhaique y lo que es más notable: reconoce a cada Hermano por su nombre, grado y Logia.
“Los conozco hasta de espaldas”, acota Rubén cuando le pregunto cómo puede hacerlo. Alude a su buena memoria y a esa cualidad innata, de un carácter empático y simpático que descubrieron en él hace 50 años.
Lo que comenzó con “mi chascón”, luego Rubén, hoy le han antepuesto el “don”. “Debe ser por mi edad, porque me veo mayor y los jóvenes me tratan así”. Le gusta ese trato que considera de reconocimiento a su labor y a la atención que prodiga a cada persona sea o no hermano, que se acerca al mesón. Es capaz de atender dos personas y el teléfono simultáneamente y sigue concentrado en cada cosa que ocurre a su alrededor.
Nunca se ha imaginado, ni ha querido migrar a otro trabajo. En la Gran Logia, según sus palabras, ha encontrado todo y por sobre todo cariño y hermandad. Siente que domina su trabajo y eso lo hace sentirse bien. Observarlo mientras trabaja impresiona. Saluda a cada Hermano por su nombre y antes que le pregunten, le informa de cada detalle de la Logia a la que asiste. Sin ninguna ayuda memoria, cuando ve ingresar a alguien, ya lo tiene anotado en el libro de registro y es capaz de seguir contestando nuestras preguntas.
“Este lugar ha sido la escuela de mi vida. La sabiduría de trabajar aquí, es aprender lo nuevo y eso me ha dado seguridad en mi mismo. El que quiera puede dejar de ser una piedra bruta. He aprendido muchos valores que le he entregado a mis tres hijos”, comenta Rubén.
Casado hace 46 años, su señora, Trinidad Reyes, siempre ha entendido que Rubén es y será responsable siempre. No le incomoda nada de su trabajo y, al contrario, dice que pudo educar a sus tres hijos, todos profesionales.
Antes de cerrar la entrevista, Rubén recordó una ocasión que estando en calle Ahumada, se acerca un Hermano a saludarlo, y luego otro, y otro, y otro. “Yo fui el nexo entre ellos porque no se conocían entre sí y la persona en común para todos ellos, era yo”, cuenta orgulloso Rubén.

